Hoy en día nos encontramos inmersos en una sociedad del conocimiento que nos hace reflexionar que las formas de educar son muy trascendentales. Destacando que el docente no sólo tiene la responsabilidad de enseñar proporcionando las herramientas necesarias para la construcción del conocimiento, sino trabajar bajo los principios de la educación para la paz como la responsabilidad, colaboración, sinergia comunicativa, humanismo, solución a problemas e instaurando términos democráticos que permitan convivir de una forma más humana con nuestros semejantes.

Espacios que aglomeren a los profesores como promotores de una cultura y formación para la paz, facilitan la dinámica de intervención. En una asistencia institucional y asumiendo como objeto de estudio el trasfondo ideológico, pedagógico y social, se presenta el presente libre con los siguientes capítulos:

Se destaca el acompañamiento a través de experiencias de intervención como una representación de posibilidades que promuevan una convivencia sana en las escuelas. Observando que a pesar de los cambios de convivencia dentro y fuera de las aulas, se apueste en todo momento que las escuelas son los espacios adecuados para la construcción de la cultura de la paz.

Se puede apreciar a través de diversas metodologías la importancia de una educación para la paz, ya que nos prepara para ser los agentes activos de la paz, en un mundo tan convulsionado por la violencia, desigualdad y carencia de principios del buen vivir.